Oootro plan para conservar los bosques
Hasta dónde llegará el convenio que, este martes 7 de enero, firmaron autoridades federales y las titulares de los gobiernos de la Ciudad de México, Estado de México y Morelos para conservar el Corredor Biológico Ajusco-Chichinautzin…
Por Alejandro Ramos Magaña
Hasta dónde llegará el convenio que, este martes 7 de enero, firmaron autoridades federales y las titulares de los gobiernos de la Ciudad de México, Estado de México y Morelos para conservar el Corredor Biológico Ajusco-Chichinautzin; no lo sabemos. Lo deseable es que esta iniciativa sea a largo plazo con acciones e inversiones concretas año con año.
Por ahora, sólo podemos destacar este primer paso que se ha dado a través del Convenio de Coordinación para Proteger el Bosque de Agua , mediante el cual se pretende crear una gran área natural protegida denominada Bosque de Agua, en dicho corredor biológico, en donde también se encuentran los parques nacionales federales Tepozteco y Lagunas de Zempoala.
Vale precisar que esta región es muy importante para la recarga del acuífero que abastece de agua a la Ciudad de México, Cuernavaca y Toluca, cuya población sumada de las tres regiones es superior a los 12 millones de habitantes.
El reto que enfrentan la autoridades es la tala ilegal —que se encuentra fuera de control—, el robo de tierra de monte, las invasiones, el cambio de uso de suelo y los incendios forestales. Y también está el reto de lograr recursos suficientes para esta gran iniciativa, y en este rubro las autoridades federales prometieron gestionar recursos internacionales para la protección del Bosque de Agua. Ya veremos si se logran y cuáles serán los mecanismos para transparentar su uso.
La tala ilegal no sólo la realizan las bandas del crimen organizado, también lo hacen los propios ejidatarios o comuneros, pues derribar un árbol maduro y procesarlo les reditúa una ganancia aproximada de 5 mil 500 pesos (de acuerdo con comuneros de la región).
Y otro de los retos para las autoridades es establecer un programa de apoyo a las comunidades rurales para financiar proyectos productivos en el Bosque de Agua, de tal forma que los vigilantes de la zona boscosa tengan una forma de sustento mientras conservan el suelo natural.
El actual gobierno de la CDMX puso en marcha el programa social Altépetl, en las siete alcaldías con suelo rural, con una inversión de mil millones de pesos cada año para apoyar a las comunidades con proyectos productivos y con ello frenar no sólo la tala clandestina, sino el voraz crecimiento de suelo urbano en las áreas de conservación. Esta iniciativa aún está en marcha y es muy prematuro evaluar los primeros resultados.
Además, dichos gobiernos tendrán que depurar el padrón de comuneros, pues el desdoblamiento con gente ajena a estas comunidades rurales está arrasando con la superficie natural. Si esto no se hace será muy complicado conservar el Bosque de Agua.
EL PASIVO AMBIENTAL
No hay que olvidar que históricamente los procesos de urbanización de la Ciudad de México y Zona Metropolitana han conllevado a una fuerte degradación ambiental. Los asentamientos humanos apuntan contra la fragilidad de las áreas verdes y suelo de conservación, ya sean protegidas, parques nacionales o bosques urbanos.
A ese proceso de urbanización caótico se le suma los deficientes y hasta inexistentes planes de manejo para las superficies naturales. Por ejemplo, los parques nacionales Cumbres del Ajusco, Insurgente Miguel Hidalgo y Costilla, El Tepeyac, Fuentes Brotantes de Tlalpan, Lomas de Padierna e Histórico de Coyoacán, que carecen de un programa de manejo, sin definición jurídica ni presupuestos ni cuerpos especializados para su manejo. Sólo el Parque Nacional Desierto de los Leones posee un programa de manejo, pero con presupuestos bajos y con poco personal especializado.
Necesitamos acciones más enérgicas de las autoridades para que los bosques, parques y áreas de conservación tengan programas de manejo bien instrumentados y con metas claras para su evaluación sistemática. El tema de los bosques debe ser contemplado como de seguridad nacional por la importancia de su gran valor ambiental y de salud de la población.
El suelo de conservación o áreas protegidas son prioritarias para el bienestar de la población por los servicios ambientales que presta, los cuales son fundamentales para el mantenimiento del ciclo hidrológico de la Cuenca del Valle de México, toda vez que abarca las zonas más importantes para la recarga del acuífero, que para su gestión está dividido en cuatro zonas de recarga: Chalco-Amecameca, Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Texcoco y Cuautitlán-Pachuca. Además, estas áreas naturales se encuentran estrechamente vinculadas a procesos económicos, naturales y sociales de la ciudad.
Las áreas naturales protegidas en la CDMX también enfrentan indefiniciones y grandes vacíos administrativos. Veamos los casos: el Parque Ecológico de la Ciudad de México, Bosques de las Lomas, Ecoguardas, Bosque de Tlalpan, San Nicolás Totolapan y San Miguel Topilejo, carecen de programas de manejo. En tanto, Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, Sierra de Guadalupe (afectada por invasiones), Sierra de Santa Catarina (con invasiones), La Armella (con presión urbana) y Cerro de la Estrella, si poseen programas de manejo, pero con las mismas características de escaso financiamiento y déficit de personal especializado
Sin árboles no puede haber agua, y los árboles ayudan a regular el clima, disminuyen la contaminación atmosférica por la retención de partículas suspendidas, permiten la conservación de la diversidad biológica y la captura de dióxido de carbono (CO2), el cual genera el calentamiento global.
También se debe considerar que otro factor de la pérdida de masa forestal es por el deterioro de la salud de los bosques debido a la falta de un manejo adecuado, lo que provoca que las plagas exterminen árboles, además de los incendios forestales, tala clandestina, contaminación (el ozono debilita y enferma a los árboles) y pastoreo excesivo, entre otros.
Las consecuencias de estos actos son la sobreexplotación de los acuíferos, deforestación, erosión y contaminación de suelos, cambios de uso de suelo forestal a agrícola y urbano, alteración de microclimas, disminución de especies de flora y fauna silvestre, hundimientos diferenciales en la ciudad de hasta 40 centímetros anuales, asolvamiento de presas y drenaje, y el impacto severo que es la escasez de agua, tal y como hoy lo padece todo el Valle de México y el Valle de Toluca.
El medio natural siempre requerirá vigilantes o defensores, y para ello se requiere contar con una sociedad civil organizada. Nunca habrá normatividad suficiente si no comenzamos con la educación y el involucramiento directo de las personas para mejorar su medio ambiente más próximo.