La crisis climática nos envuelve
La comunidad científica a nivel mundial ha llegado a la conclusión de que 2024, ha sido el año más caluroso de la historia en donde se han batido todos los récords con altas temperaturas y con fenómenos meteorológicos extremos.
Por Alejandro Ramos Magaña
La comunidad científica a nivel mundial ha llegado a la conclusión de que 2024, ha sido el año más caluroso de la historia en donde se han batido todos los récords con altas temperaturas y con fenómenos meteorológicos extremos.
Durante el desarrollo de la 29 Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), en Bakú, Azerbaiyán, las delegaciones de los países se han enfrascado en un intenso debate con el objetivo de establecer una nueva meta anual de financiación para el clima, ya que los 100.000 millones de dólares establecido en 2009, concluye a fines de año. Además, en los debates se ha señalado que el aún vigente compromiso de financiación es muy inferior a lo que se necesita para enfrentar al acelerado aumento de temperaturas en el aire y el mar. Y se ha puesto en la mesa de negociación alcanzar el billón de dólares anual; ya veremos si se logra este acuerdo en los últimos dos días de la cumbre climática.
Pero los avances en la materia no solo ha sido lentos en la COP29, también en la reciente cumbre del G20 (Río de Janeiro), no hubo compromisos sobre la financiación contra el calentamiento global.
De hecho, el documento final del G20 no logró establecer si la financiación climática solo provendrá de las naciones desarrolladas o incluirá a las economías emergentes, como México. Y tampoco retomó la disminución gradual de los combustibles fósiles, compromiso asumido asumido en la pasada COP28 (Dubái). Es decir el G20 endosó estos compromisos a las delegaciones que participan en la COP29 hasta este 22 de noviembre.
Y en los debates intensos en esta cumbre climático se habla de establecer un “salvavidas” al planeta con la meta de reducir a nivel global las emisiones gases de efecto invernadero en casi 78.000 millones de toneladas para 2050.
Algo recurrente en cada cumbre climático, es que no hay compromisos firmes de la mayoría de las naciones para abandonar gradualmente el uso de combustibles fósiles. Y mientras se pronostica que 2025 será igual o más caluroso que el 2024.
Por ejemplo, biólogos han registrado temperaturas constantes de 32 grados Celsius en las costas de Acapulco, Guerrero, y esto afecta a los ecosistemas marinos como el coral, y también genera huracanes con mayor fuerza.
Recordemos que el 22 de abril de 2021, justo en el Día Internacional de la Madre Tierra, un grupo de investigadores del Instituto de Geofísica y de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM escalaron el glaciar Ayoloco, a 4 mil 626 metros sobre el nivel del mar, en el costado poniente del Iztaccíhuatl, y su misión no era de celebración, todo lo contrario. Su ascenso era para declarar extinto al glaciar mexicano.
Una placa firmada por la UNAM selló su desaparición por el calentamiento global.
El mensaje en la placa es duro, contundente y trascenderá siglos: “A las generaciones futuras: Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos”.
Los científicos afirman que perder un glaciar implica una alteración en el clima, con temperaturas más altas, menos lluvias, aumento de suelo erosionado y la pérdida de fuentes de agua.
Este suceso histórico, y lamentable, del glaciar de Ayoloco, se suma a los fenómenos que hoy siguen enviando señales de los daños –acumulados–, que se le han hecho planeta: temperaturas altas extremas, sequías, deforestación, pérdidas de suelo productivo, constantes incendios forestales, huracanes que baten récords por su fuerza y destrucción. La biodiversidad del planeta altamente amenazada, y con ello se multiplican las enfermedades infecciosas que transmiten animales a humanos.
Y también la extinción de este glaciar es una fuerte llamada de atención a los gobiernos, a los tomadores de decisiones.
México se comprometió en el Acuerdo de París (COP21, 2015) a reducir el 22% de los Gases Efecto Invernadero (GEI) para el 2030. Al cierre del gobierno de Enrique Peña Nieto, en 2018, se reportó una disminución del 17% de los GEI, pero en la administración de López Obrador se estancó al no ser prioritario este compromiso climático, pese a que en 2022 este gobierno elevó del 22 al 30% el objetivo de reducir los GEI en 2030. México se quedó corto y de acuerdo con expertos no alcanzará ni a reducir en 22% dichos gases en los próximo seis años. En suma, nuestro país no logrará descarbonizar la economía y con ello tampoco contribuirá significativamente a mantener el calentamiento global por debajo del límite de 1.5 grados Celsius, el cual se fijó en el Acuerdo de París.
Otro de los compromisos que se proyectaron con Peña Nieto era de que México en el 2024 debería producir el 35% de energía eléctrica con fuentes renovables, pero López Obrador bloqueó la iniciativa que impulsaban empresas privadas.
El anterior gobierno federal prefirió seguir por la ruta del retroceso ambiental, sin impulsar planes y políticas para reducir las emisiones de los GEI, López Obrador dio prioridad a generar energía eléctrica con uso carbón y combustóleo (altamente contaminante), ha ordenado limitar la inversión privada en energías renovables, y estancó las políticas de transición energética. Y en dirección contraria a cumplir con acuerdos internacionales promovió la construcción de una termoeléctrica (con gas y combustóleo), en Huexca, Morelos, y la refinería de Dos Bocas, Tabasco, no sólo para seguir explotando los combustibles fósiles generadores de los GEI, sino también y, de paso, se destruyeron manglares para abrirle paso a su obra insignia sexenal.
Lo único que se presumió en la pasada administración era el programa Sembrando Vida, en el que paga mensualmente 5,000 a los campesinos (de un universo de 420 mil) para que siembren árboles frutales y otras especies en sus tierras, pero omite decir que muchos ejidatarios con tal de tener un ingreso seguro deforestan su terreno y plantan árboles que no son endémicos. Además, este programa carece de planes de manejo, los controles son inexistentes, y ello ha provocado una desforestación de más de 73 mil hectáreas, según monitoreos satelitales que ha hecho The Word Resources Institute.
Un reporte de Iniciativa Climática de México, que preside Adrián Fernández, indica que México reportó en emisiones a la atmósfera, en 2013, un total de 665 millones de toneladas de dióxido de carbono y se estimó que las emisiones crecerían hasta 973 millones de toneladas en el 2030, en caso de no aplicar programas sustentables. “Si México cumple la meta de reducción ofrecida de 22%, nuestras emisiones totales no debieran pasar de 762 millones de toneladas en 2030”, pero hasta ahora las emisiones del país alcanzan las 991 toneladas de CO₂, y la tendencia es de incremento sostenido. Situación grave.
Sin duda, retrocedimos y nos estancamos en el combate al cambio climático, y no se está cumpliendo con la Estrategia Nacional de Cambio Climático ni con la Ley de Transición Energética.