Crisis en el sistema de drenaje; hundimientos y basura, elevan riesgo
El sistema de drenaje de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) cada año enfrenta mayores dificultades para drenar el agua pluvial y las aguas residuales de las zonas urbanas
Por Alejandro Ramos
El sistema de drenaje de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) cada año enfrenta mayores dificultades para drenar el agua pluvial y las aguas residuales de las zonas urbanas, sobre todo si tomamos en cuenta los siguientes factores:
*En los últimos años los patrones de lluvia –entre mayo y octubre– son más intensas y de corta duración y esto origina inundaciones de consideración en las partes bajas de la zona urbana.
*El Túnel Emisor Central o Drenaje Profundo (1975) en época de lluvias trabaja a una mayor presión por encima de su capacidad, lo que origina que se cierren las compuertas de captación de los colectores de la red primaria de las colonias, y esto provoca inundaciones de consideración con aguas residuales y pluviales.
*Los hundimientos irreversibles de la ciudad por la sobreexplotación del acuífero del Valle de México. A consecuencia de los hundimientos diferenciales el agua residual y pluvial no se drena por gravedad sino por bombeo, excepto el Drenaje Profundo.
*Por las características del subsuelo de la metrópoli, los sismos originados en la región del Pacífico ejercen una fuerte presión sobre la red de tuberías y ocasionan fracturas constantes, lo que provoca fugas de aguas negras y potable.
*Cada semana el personal del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) extrae más de 1,300 toneladas de basura de la red de drenaje, lo que afecta la operación para drenar las aguas.
*Las 17 presas que controla el Sacmex, que se construyeron en las décadas de 1950 y 1960 –y que son parte importante para captar el agua pluvial que escurre de las partes altas y evitar inundaciones mayores–, se han convertido en basureros, y se les llega a extraer alrededor de 700 toneladas de desechos.
*En el Estado de México, en temporada de lluvias, se llegan a extraer del sistema de drenaje más de 10 mil toneladas de basura.
En el 2008, cuando se iniciaron las obras del Túnel Emisor Oriente (TEO) y que fue inaugurado el 23 de diciembre de 2019 como el segundo drenaje profundo del Valle de México, los ingenieros hidráulicos explicaron a este columnista que la Ciudad de México se había convertido en un gran “tazón”, de tal forma que los escurrimientos del agua pluvial se concentraban en la zona centro y oriente de la metrópoli, justo en donde los hundimientos en promedio anual son de entre 20 y 40 centímetros.
Es por ello que la CDMX enfrenta un problema histórico de desalojar permanentemente el agua pluvial para evitar inundaciones catastróficas, pues los hundimientos diferenciales del suelo son y serán el fenómeno geológico que impondrá serios retos al sistema hidráulico.
Vale precisar que las aguas drenadas de la metrópoli salen por las cuatro salidas artificiales del Valle de México: el Tajo de Nochistongo, proyectado por Enrico Martínez en 1580 y que entró en operación en 1789, recibe los caudales del Emisor Poniente; el primer Túnel de Tequixquiac, diseñado en 1856 y que empezó a funcionar en 1895, recibe aguas del Gran Canal del Desagüe (puesto en marcha en 1900 por el general Porfirio Díaz), al igual que el segundo Túnel de Tequixquiac inaugurado en 1954; el Túnel Emisor Central o Drenaje Profundo, con 50 kilómetros de extensión e inaugurado en 1975; y el Túnel Emisor Oriente (TEO) de 62 kilómetros de extensión, la primera fase de 10 kilómetros entró en operación en 2013 y en su totalidad en 2019.
El TEO se proyectó como una salida complementaria del Drenaje Profundo con el fin de mitigar el riesgo de inundaciones mayores drenando hasta 150 metros cúbicos por segundo (150 mil litros por segundo), pero se diseñó hace más de 16 años y ahora su efectividad será menor para solucionar el problema de las anegaciones, pues está superado por el crecimiento de la mancha urbana que se concentra en las zonas con mayor acumulación de agua.
Esta última obra hidráulica originó crear un nuevo protocolo de operación de los 28 desagües metropolitanos, en los que se modificó el manejo de tiempos y volúmenes de agua para lograr un equilibrio en las descargas que saldrán por las referidas salidas artificiales rumbo al río Tula y después al río Panuco hasta salir al Golfo de México. Todo este esfuerzo es coordinado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Sacmex y Comisión de Agua del Estado de México (CAEM).
De igual forma deberá perfeccionarse el protocolo para la gestión de riesgos por inundaciones en zonas urbanas. La reciente tormenta de esta semana que cayó en la parte norponiente de la CDMX y municipios conurbados volvió a demostrar que los sistemas de drenaje están rebasados, pero sobre todo impactados por las grandes cantidades de basura que no deberían ir al drenaje ni a las presas.
Faltan más obras de túneles y colectores, así como invertir en la rehabilitación infraestructura hidráulica, pues la aparición de socavones, grietas y las inundaciones en épocas de lluvias son el reto a atender de manera oportuna.
En octubre próximo iniciarán nuevos gobiernos, el federal y el de la CDMX, y hasta ahora no se conocen qué planes tienen para enfrentar estos problemas cada vez más complejos.
Que no nos gane el gran colapso. La tarea es hoy, y no dejarle la responsabilidad al futuro.