Un León, de la justicia…

Hace casi 30 años conocí a un funcionario público de la Ciudad de México, entonces ocupaba el cargo de Director General del Taxi; aún no llegaba a los 30 años de edad y ya se enfrentaba a verdaderos “lobos” del transporte, cuyos permisionarios se integraban, en su mayoría, a diversas estructuras de agrupaciones: asociaciones civiles, sindicatos, grupos sociales apadrinados por partidos políticos y hasta cooperativas.

masclaro.mx
today 14/05/2025

Alejandro Ramos Magaña


Hace casi 30 años conocí a un funcionario público de la Ciudad de México, entonces ocupaba el cargo de Director General del Taxi; aún no llegaba a los 30 años de edad y ya se enfrentaba a verdaderos “lobos” del transporte, cuyos permisionarios se integraban, en su mayoría, a diversas estructuras de agrupaciones: asociaciones civiles, sindicatos, grupos sociales apadrinados por partidos políticos y hasta cooperativas. En cualquier esquema eran empresas con carácter lucrativo, pero que también ejercían presiones fuertes a los gobiernos cuando se trataba del tema de las tarifas y de la inspección de unidades, entre otros factores.

El joven funcionario de aquel entonces no se achicaba. Me decía: ‘tengo en mis manos las leyes, reglamentos, planes y programas para mantener un servicio en orden, seguro, justo y de calidad. Pero también mantengo en alto una cultura de los derechos humanos, la firmeza de mis principios de justicia y equidad, y una sólida capacidad de atención a las necesidades de los ciudadanos “.

Además, aquel joven funcionario llamaba la atención por su sencillez, trato amable y siempre con un agudo oído receptivo para escuchar a la gente.

“He visto muchas injusticias en nuestro país; infinidad de abusos de los que poseen el poder político y económico. Y mi padre, que fue maestro rural en el Estado de Hidalgo, me enseñó a siempre ayudar a la gente, sobre todo, a los más necesitados “, fueron las palabras que registré en una de las entrevistas que le hice al servidor público, casi recién egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM.

Años después lo volví a encontrar como director general de Asuntos Jurídicos de la entonces Secretaría de Seguridad Pública de la capital del país. Era por así decirlo el encargado de vigilar el comportamiento de los policías, de mantener su vocación de servicio, y también de garantizar que los elementos tuvieran las herramientas y la capacitación para el mejor desempeño de sus funciones, entre otras cuestiones más. 
Y en este cargo comprobé que mantenía los mismos principios y orientaciones de estricto apego a la ley, sin atentar contra los derechos humanos.

Y por mi actividad periodística nos volveríamos a encontrar años después cuando este funcionario ocupaba la dirección general del Servicio de Transportes Eléctricos de la Ciudad de México. Impulsó la modernización del servicio cero emisiones, y no descuidó los procesos normativos ni los intereses de la población.

Su fórmula de la cultura de los derechos humanos, la justicia y la equidad, y la atención a las necesidades de los ciudadanos lo llevó a ser titular de la Secretaría de Movilidad (Semovi) de la CDMX; y años después repitió en el mismo cargo de la Semovi, pero en el Estado de Hidalgo, su entidad natal.

Nunca lo vi caer en la soberbia por los cargos públicos; la sonrisa siempre ha sido su primera carta de presentación ante cualquier interlocutor.

Sus sueños por consolidar la justicia social se han ido concretando, pero aún falta mucho para lograr un Estado de bienestar.

Desde febrero de 2021, es magistrado del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje; y antes tuvo un fugaz desempeño como Procurador de la Defensa de los Trabajadores al Servicio del Estado, en el mismo tribunal.

Se trata de Rufino H León Tovar, de alta conciencia jurídica, y quien a través de los resultados obtenidos en la función pública ha demostrado ser un fiel defensor del pueblo, sin caer en demagogias ni en el uso de métodos torcidos.

Hoy, León Tovar va en camino para concretar otros sueños: llegar a ser magistrado del Tribunal de Disciplina Judicial, y desde ahí defender la justicia para todos, principalmente para los que menos tienen.

Con plena seguridad de que resultará ganador el próximo de 1 de junio, Rufino H León no titubea al decir que: “Habrá cárcel para los jueces y magistrados corruptos, y sanciones severas a quienes retarden o resuelvan injustamente los casos”.

Desde el 30 de marzo pasado arrancó su campaña electoral, en donde 37 aspirantes buscan ganar uno de los cinco espacios para integrar el nuevo órgano judicial, el cual sustituirá al actual Consejo de la Judicatura Federal.

Sobra decir que hay muchos intereses de varios grupos políticos, quienes buscan posicionar a su gente para seguir repitiendo vicios, y se dice que por ahí se mueve la mano del ministro en retiro Arturo Fernando Zaldívar.

Hace unos días encontré a León Tovar en uno de sus actos de campaña rodeado de varias personas, principalmente jóvenes. Realizaba un conversatorio a nivel de calle. Era el mismo Rufino que conocí hace 30 años y comprobé que su fórmula seguía siendo la misma, pero ahora más refinada por los años que lo han convertido en un experto en derecho constitucional.

“Es el momento de pagar a los mexicanos una deuda histórica de justicia…”, aseveró a sus interlocutores, mientras mostraba un botón grande con fondo color turquesa y con el número 31  (los mismos elementos que tendrá en la boleta electoral).

Sé que Rufino tendrá grandes retos como en las batallas épicas; estoy seguro que llegará a concretar su sueño de erigir un Poder Judicial más fuerte en el que se imparta justicia sin discriminación y en igualdad de condiciones.