Un México cada vez más seco

Sin caer en la exageración podríamos decir que México se está secando en forma acelerada. El país cada año avanza a un escenario de intenso calor, desabasto de agua en las presas, y 157 acuíferos (de un total de 653), se encuentran sobreexplotados.

masclaro.mx
today 08/04/2025

Por Alejandro Ramos Magaña


Sin caer en la exageración podríamos decir que México se está secando en forma acelerada.

El país cada año avanza a un escenario de intenso calor, desabasto de agua en las presas, y 157 acuíferos (de un total de 653), se encuentran sobreexplotados.

Los patrones de lluvias siguen cambiando a nivel global y regional. En México, desde hace cuatro décadas las lluvias van en descenso, principalmente en la zona norte, alcanzando disminuciones hasta del 50% como ocurre en Chihuahua y Sonora, y por la misma senda se encaminan Baja California, Baja California Sur, Nuevo León, Coahuila y Durango, de acuerdo con investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, de la UNAM.

Desde 2019, las sequías impactan con mayor fuerza a los Estados del país donde se caracterizaban como grandes fábricas de agua. Y México lleva seis años consecutivos con sequía extrema.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) reportó en enero pasado que, los últimos 10 años han sido los más cálidos jamás registrados a nivel global. Y 2024 fue el año más caliente desde que se monitorea la temperatura (1880), excepto en la Antártida y Australasia.

Todo esto es consecuencia de que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) siguen en aumento a nivel mundial, debido, entre otros factores, a la incesante quema de combustibles fósiles y al arrasamiento de la masa forestal. Bosques, selvas y parques nacionales enfrentan los daños por la tala ilegal, el cambio de uso de suelo y por el crecimiento de la mancha urbana.

No hay duda de que el calentamiento global nos sigue y seguirá impactando, y las consecuencias se tienen bien detectadas en las altas temperaturas en el aire y en los océanos, por eso la energía ciclónico es mayor con ciclones más potentes y destructivos

En el caso de México, el año pasado y el que transcurre se ha alcanzado un récord histórico de sequía, en el que 26 entidades del país resienten los impactos de la escasez de agua. Y en aquellos como Chiapas, Oaxaca, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz en los que hasta hace algunos años se caracterizaban por ser lluviosos, en este lapso las precipitaciones apenas alcanzaron el 50% de su patrón de precipitaciones.

No hay duda de que la escasez del agua —debido a la sobreexplotación de los acuíferos y al arrasamiento de bosques-–, el déficit de lluvias y el cambio climático seguirá catalizando el proceso de sequías para acercarnos a severas crisis alimentarias, de salud y de desastres económicos, derivados de la variabilidad climática, lo que será más frecuente en México en los próximos años.

Lo que queda claro, es que el intenso calor sigue provocando muertes y muchas pérdidas de vida silvestre.

Desde que el Servicio Meteorológico Nacional realiza la medición de las precipitaciones, en poco más de 20 años, es la primera vez que se presenta una sequía prolongada y severa (desde 2019), la cual afecta a las entidades otrora abundantes en lluvias. Este tipo de sequías empiezan a generar los llamados corredores secos como hoy ocurre en Centroamérica: de Guatemala a Panamá, siendo el más afectado Honduras.

Muchos de los migrantes centroamericanos huyen de sus países porque, ante la escasez de agua, el campo no produce y no tienen otra opción más que abandonar sus territorios; aunque también la inseguridad y la pobreza juegan un papel decisivo en las migraciones.

Pero ante el intenso calor, el tema del agua es la clave para la biodiversidad y máxime cuando las temperaturas siguen en ascenso histórico desde 2019.

DISTRIBUCIÓN DEL AGUA

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en el país el 77% del agua se utiliza en la agricultura; 14% en el abastecimiento público; 5% en termoeléctricas y 4% en la industria. O sea, el campo necesita mucha agua para la producción de alimentos.

Los costos para la producción de alimentos, desde el punto de vista del recurso hídrico son muy altos.  Y los ejemplos que brinda la Semarnat son muy claros, y hasta alarmantes sobre el uso de agua para generar un bien: “Para producir una hamburguesas se necesitan 2 mil 400 litros de agua; para producir un litro de leche se requieren mil litros; para producir un huevo de 40 gramos son necesarios 135 litros; para producir un vaso de jugo de naranja se requieren 170 litros; para una manzana son necesarios 70 litros. Una rebanada de pan demanda 40 litros; para elaborar una playera de algodón se necesitan 4 mil 100 litros; un vaso de cerveza de 250 mililitros necesita de 75 litros de agua; una copa de vino de 125 mililitros requiere 120 litros; una tortilla de 25 gramos necesita 50 litros; una taza de café de 125 ml, demanda 140 litros; producir un par de zapatos de cuero son necesarios 8 mil litros y un microchip, de 2 gramos, necesita de 32 litros de agua.

Este panorama de demanda de agua para la producción de alimentos y bienes demuestra el reto que enfrentará el país en los próximos años.

Y no hay que olvidar que México está catalogado a nivel internacional como uno de los países altamente vulnerable a la falta de agua. Si bien no tenemos aún migraciones masivas por hambre y falta de agua, lo que sí está presente es la guerra por el agua. Existen diversos conflictos sociales por el recurso hídrico.

Sin duda, urge medir el costo del agua, máxime para producir alimentos y tal vez ahí los agricultores deben sentar la bases sus producción con base a la disponibilidad. Se trata de crear conciencia y que todos seamos más responsables sobre el manejo de este recurso natural. Pero también se requieren de políticas públicas que fomenten la innovación, que revolucionen los campos tecnológicos para hacer más eficiente el manejo del vital líquido.

Nuestra huella hídrica hasta ahora es desastrosa.