2025, otro año con intensa sequía

Los pronósticos de meses con sequía se extenderán hasta mediados de 2025, y con ello el país por sexto año consecutivo enfrentará problemas con el abasto de agua.

masclaro.mx
today 11/12/2024

Por Alejandro Ramos Magaña


Los pronósticos de meses con sequía se extenderán hasta mediados de 2025, y con ello el país por sexto año consecutivo enfrentará problemas con el abasto de agua.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ya informó que se trata de una impactante sequía, tomando como base que la temporada de estiaje empezó desde el 30 de noviembre pasado y se mantendrá hasta mediados de mayo o principios de junio próximo cuando lleguen las primeras lluvias.

Vale precisar que 2024 fue el año históricamente más caluroso a nivel global, y en el caso de México casi todo el territorio nacional estuvo impactado por la severa sequía, aunque la temporada de ciclones ayudó a mitigarla.

Al calentarse más el agua de los océanos (32 grados Celsius) los ciclones aumentaron en proporción y su fuerza fue devastadora.

Me comentan investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM que México enfrenta serios problemas climatológicos, geomórficos, geológicos y ambientales, que están llevando al país a enfrentar una severa desertificación histórica.

Esto es un signo inequívoco que no están funcionando las políticas públicas enfocadas a la conservación del suelo; hay más discursos que acciones efectivas en la materia. Estamos en la antesala de una severa crisis por desertificacion. Los cambios de uso de suelo en zonas boscosas y selvas están acelerando este fenómeno.

Y otro punto a destacar, es el mensaje que se ha difundido –con fuerza, pero con pocos oídos receptivos‒ en los últimos 20 años por parte de la comunidad científica a nivel mundial, la cual asegura que la actividad humana está modificando la composición química de la atmósfera del mundo, siendo el cambio más importante el aumento en la concentración del dióxido de carbono (C0₂), ocasionado principalmente por la quema de combustibles fósiles.

Si bien las emisiones del C0₂, de los gases metano (CH₄) y óxido nitroso (N₂O), principalmente, han afectado el balance térmico del planeta ‒en los que se suman la destrucción de bosques y suelo de conservación‒, es importante hacer notar que el agua es otra variable a destacar en su vinculación con el cambio climático.

La disponibilidad del agua es un tema central que debe mantener la misma prioridad en la agenda internacional contra el cambio climático.

Los impactos que está ocasionando la crisis climática son evidentes con las constantes olas de calor, lo que intensifica y prolonga sequías y más incendios forestales, deshielo de los glaciares, aumento del nivel del mar, y las tormentas desatan graves consecuencias con las inundaciones y deslaves de cerros.

México tiene un compromiso internacional de reducir las emisiones de dióxido de carbono, metano y de óxido nitroso (el país ocupa el lugar 14 a nivel mundial entre las naciones con mayores emisiones de los Gases de Efecto Invernadero), que provocan el calentamiento global. Pero también deben enfocar con alta prioridad al tema del agua y al ordenamiento territorial con el fin de evitar la destrucción de bosques, barrancas y selvas.

Las iniciativas de crecimiento, en el país, apuntan contra la fragilidad de las áreas verdes y suelo de conservación, ya sean protegidas, parques nacionales o bosques urbanos.

El monitoreo sistemático de los acuíferos, el fortalecimiento de la infraestructura hidráulica, así como la recuperación de suelos y masa forestal son acciones que deben estar en las agendas de gobernanza de las autoridades federales y locales, y de ahí fortalecer sus compromisos mundiales.

El manejo del agua y el monitoreo en materia de abatimiento de acuíferos son líneas estratégicas que se deben implementar y evaluarlas periódicamente, independiente de los acuerdos a los que se lleguen a nivel internacional por parte del gobierno mexicano, porque ya son elementos de afectación concreta que se vienen repitiendo con mayor incidencia, y es a lo que se tiene que estar preparado ante los retos de la crisis climática.

Las acciones por el agua deben ser complementarias a las que se derivan de los grandes compromisos como lo ha sido con el Protocolo de Kioto (1997) o con el Acuerdo de París (2015), tendientes a la disminución de emisiones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), pero esos compromisos hídricos ante el cambio climático deben intensificarse.

Pero en este caso la estrategia de adaptación y de reducción de vulnerabilidad tienen que ver con cuidar el suelo de conservación y con el agua. Hay preocupaciones que no tienen que ver con el cambio climático, pero hay soluciones que tendrán que ver con el efecto de mitigación.
En México hay estudios sobre las causas y efectos del cambio climático, y los más afectados son la agricultura, el agua y los bosques.

El proceso de urbanización en los últimos 40 años ha producido cambios en la temperatura como ocurre en el Valle de México, siendo ahora 2 grados Celsius más caliente de lo que era a mediados de los años 70, y aproximadamente 4 grados de lo que era a principios del siglo XX.

Los expertos se han centrado en experimentos numéricos para concluir que quizá el cambio del clima en el Valle de México se debe esencialmente al proceso de urbanización, cerca de 3 grados y al cambio climático global con 1 grado.

En las cumbres climáticas se ha señalado con fuerza que estamos en el escenario de las últimas llamadas. Tenemos la obligación generacional de que no sean las últimas llamadas.