La casa de la manipulación. “Reality show” mentiras fabricadas y guiones perversos

Los Mass Media mexicanos lo volvieron a hacer, concentraron la discusión en torno a su contenido. Un espectáculo acapara las opiniones, el público se rasga las vestiduras por defender o atacar, incluso, instituciones públicas como la Secretaría de las Mujeres entraron al ring de las opiniones y posicionamientos. 

today 14/08/2024

Por Roberto Alonso Ramos Erosa


Los Mass Media mexicanos lo volvieron a hacer, concentraron la discusión en torno a su contenido. Un espectáculo acapara las opiniones, el público se rasga las vestiduras por defender o atacar, incluso, instituciones públicas como la Secretaría de las Mujeres entraron al ring de las opiniones y posicionamientos. El “show”, aparentemente vacío en sentido, pero lleno de propósitos logró introducirse en el interés y la mente de cientos de miles de espectadores. Incluso yo, estoy escribiendo sobre el propio tema, dándole tiempo e interés.
En el mundo digital, los expertos se lanzan a compartir sus más argumentadas opiniones: hay violencia de género, hay reforzamiento de estereotipos, hay homofobia y un largo etcétera de clasificaciones que tratan de embestir al “show” o por lo menos de menguar la fuerza de algunos de los participantes.
No obstante, parece que estas cultas e inteligentes opiniones, no buscan terminar con el “show” sino persiguen la expulsión o el silencio de lo que señalan como incorrecto, como agresivo o violento. El “show” debe continuar, pero sus participantes no van con el pensamiento o ideología en turno, su actuar ha sido pernicioso para el televidente, entonces no es “bueno” para la sociedad.
Para el sistema mediático, el crimen perfecto consiste en esto que estamos viviendo (y que ya hemos vivido en otras ocasiones): penetrar hasta lo más profundo de la sociedad, inocularse en las mentes de hombres y mujeres, niñas y niños, apropiarse de la comunicación, infectar mentes, crear patrones, estándares, imponer discursos, repetirlos hasta «que sean una verdad», aunque esta verdad sea efímera.
El día de mañana el “show” terminará, se olvidará todo lo sucedido, los grandes expertos callarán y cambiarán de tema de opinión, el discurso cambiará de objetivo, los diálogos entre la sociedad versarán sobre otros intereses, todo se desvanecerá tan rápido que no recordaremos que existió o sólo será un vago y escurridizo recuerdo que navegará en el más liquido desinterés. Posiblemente existan más temporadas, y el ciclo se vuelva a repetir, tal vez no seremos capaces de ver que el aparato mediático juega con nosotros, nos transforma para después devolvernos a nuestra condición original, nos engaña, nos divide y nos une, se burla de nosotros, mientras nosotros tratamos de engullir toda la información sobre el “show” (absurda información).
El criminal mediático ha hecho su labor, lleva años haciéndola, la réplica, le cambia de nombre, cambia actores, pero el formato es el mismo, el guion lleva escrito décadas, las técnicas son las mismas, la manipulación se tiene que afinar porque hoy en día las redes sociales nos han vuelto, quizás, más perceptivos (o eso nos hacen creer), estamos más informados porque en las redes sociales las escenas se repiten y se repiten y se repiten, es un scroll infinito lleno de lo mismo, somos la generación hiperinformada de un “show” que al mismo tiempo nos hace omitir información “importante” pero ¿Realmente existe información importante hoy en día?
El criminal mediático nos hace creer que, sí hay información más valiosa que otra, pero él mismo decidirá que información es esa, cuándo mostrarla y cómo mostrarla. Es su juego, es su crimen y el decide absolutamente todo, cada movimiento está planeado, cada capítulo, cada toma, cada encuadre, cada punto del contenido esta finamente cuidado.
El crimen perfecto está enfrente de nosotros, el sujeto mediático nos mediatiza, lo miramos todos los días, lo hablamos todos los días, lo compartimos, nos destruye para después dejar que nos lamamos las heridas, olvidar todo y volver a empezar, nosotros somos las víctimas.