La Concordia: tragedia, solidaridad y deuda con los trabajadores

La explosión de una pipa de gas en La Concordia, Iztapalapa, dejó muerte, destrucción y una lección urgente: la solidaridad ciudadana no basta para frenar la negligencia y la falta de seguridad laboral en México.

masclaro.mx
today 17/09/2025

Por Carlos Jonguitud Carrillo


La explosión en el cruce de La Concordia, en Iztapalapa, dejó una cicatriz imborrable: llamas de más de 30 metros, autos reducidos a chatarra, ventanas destrozadas y una ciudad sacudida hasta los huesos. Una pipa de gas LP se volcó y el posterior incendio convirtió la madrugada en pesadilla. El saldo duele: muertos, heridos, vidas rotas.


En el caos apareció lo que nunca falla en México: la solidaridad. Vecinos que corrieron a salvar heridos. Puertas abiertas. Agua compartida. Cadenas humanas improvisadas. Nadie esperó instrucciones. Nadie pidió permiso. El pueblo actuó. Y volvió a demostrar que, en este país, cuando la tragedia nos golpea, respondemos con fuerza. Esa es nuestra verdadera identidad.


Pero la solidaridad no puede servir de coartada a la impunidad ni quitarle el peso a los responsables primigenios: el Estado y las instituciones. La tragedia de La Concordia desnuda lo que ya sabemos: empresas sin seguros, autoridades laxas, supervisión inexistente. La negligencia no es accidente. Es crimen social.


Aquí entra una verdad incómoda: el sindicalismo es también solidaridad, pero organizada. Porque muchas de estas muertes se pudieron evitar con trabajadores protegidos, con sindicatos que exijan seguridad, con marcos regulatorios vigilados por la colectividad. Un sindicato no es un burócrata más: es la voz que defiende la vida frente al abandono y la precariedad.


Iztapalapa no debe quedar en la memoria como una desgracia más. Tiene que ser un parteaguas. Urge revisar la normativa del transporte de sustancias peligrosas. Urge castigar a las empresas responsables. Urge que nadie viva ni trabaje bajo la lógica de “a ver si no explota”.


La Concordia deja una doble enseñanza: México es grande porque su pueblo responde en lo peor. Pero esa misma fuerza tiene que volverse exigencia. No basta con levantar escombros y curar heridas. Hay que impedir que la tragedia se repita.


Porque lo que explotó en Iztapalapa no fue solo una pipa: fue la negligencia. Y esa, en México, sigue matando.