La religión y la guerra: ¿enemigos inevitables o un mito histórico?

¿La religión causa guerras? Solo en un 5% de los casos. La mayoría de los conflictos tienen raíces políticas y económicas.

masclaro.mx
today 09/06/2025

REDACCIÓN

A lo largo de la historia, la religión ha sido señalada como una de las principales causas de conflicto. Sin embargo, estudios recientes indican que solo el 5% de las guerras han tenido un origen estrictamente religioso. La mayoría de los enfrentamientos han sido impulsados por factores políticos, económicos y territoriales, dejando en evidencia que la fe, aunque influyente, no es el motor principal de la violencia global.


Religión y conflicto: ¿mito o realidad?

Si bien existen guerras con un fuerte componente religioso, como las Cruzadas o las guerras de religión en Europa, los datos muestran que la mayoría de los conflictos han surgido por disputas de poder, recursos o territorio. En muchos casos, la religión ha sido utilizada como un pretexto para justificar enfrentamientos que, en esencia, tenían motivaciones ajenas a la fe.

Factores que realmente impulsan las guerras

Los conflictos armados suelen estar ligados a intereses políticos y económicos. Entre las principales causas de guerra a lo largo de la historia destacan:

Expansión territorial: La lucha por el control de tierras y recursos ha sido una constante en la historia de la humanidad.

Poder político: Gobiernos y líderes han utilizado la guerra para consolidar su dominio y eliminar opositores.

Recursos naturales: Petróleo, agua y minerales han sido detonantes de conflictos en distintas regiones del mundo.

Ideologías extremas: Movimientos políticos han generado enfrentamientos con consecuencias devastadoras.


¿Cómo influye la religión en los conflictos actuales?

Aunque la religión rara vez es la causa principal de una guerra, sigue siendo un factor que puede exacerbar tensiones en sociedades divididas. En algunos casos, grupos extremistas han utilizado la fe para justificar actos de violencia, pero esto no significa que la religión en sí misma sea el problema.

El desafío radica en diferenciar entre conflictos motivados por la fe y aquellos en los que la religión es solo un elemento dentro de una disputa más amplia.