Reforestación “mágica y exprés”

Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió en su sexto y último Informe que su programa social Sembrando Vida logró plantar en más de 5 años, 1,158 millones de árboles frutales y maderables en el país, gracias al empleo que brinda a 433 mil campesinos, hasta el momento se desconoce cuál es el plan de manejo de esta supuesta mega reforestación, pues en varias entidades del país proliferan bosques y selvas devastados, como ocurrió en la Península de Yucatán y Quintana Roo con el Tren Maya.

Expansion Política
today 03/09/2024

Por Alejandro Ramos Magaña


Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió en su sexto y último Informe que su programa social Sembrando Vida logró plantar en más de 5 años, 1,158 millones de árboles frutales y maderables en el país, gracias al empleo que brinda a 433 mil campesinos, hasta el momento se desconoce cuál es el plan de manejo de esta supuesta mega reforestación, pues en varias entidades del país proliferan bosques y selvas devastados, como ocurrió en la Península de Yucatán y Quintana Roo con el Tren Maya.

Al consultar a un grupo de biólogos del Instituto de Ecología de la UNAM, me aseguran que la cifra que dio el presidente no es real, está súper “inflada”, ya que eso implicaría haber sembrado 634,520 árboles todos los días desde 2019. “Eso es prácticamente imposible para un país con falta de infraestructura, de recursos, de especialistas y sin planes de manejo o estudios técnico-científicos”, me dicen. Y contrastan los expertos la cifra de AMLO con la que se logra en reforestación a nivel mundial cada año: de 1,800 a 2,000 millones de árboles.

Este grupo de biólogos me explica que ha realizado diversos trabajos de investigación en los estados de Campeche, Yucatán, Veracruz, Tabasco, Chiapas, y Quintana Roo, y en estas entidades comprobaron que los ejidatarios, con tal de recibir mensualmente los 5 mil pesos que les otorga la Secretaría de Bienestar, se han dedicado a talar y arrasar con todo tipo de vegetación para justificar ante las autoridades su ingreso al padrón de beneficiarios de dicho programa.

Los ejidatarios han violentado el cambio de uso de suelo sin que las autoridades de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) han hecho  algo para tratar de evitar esa autodestrucción de los ecosistemas.

Algunos campesinos hasta han empleado maquinaria pesada para limpiar extensas superficies mayores a 200 hectáreas, para que cada propietario de la tierra justifique sus 2.5 hectáreas que les pide la Secretaría del Bienestar, como requisito para ingresar al programa donde deberán sembrar árboles frutales y maderables —caoba y cedro, caobilla, pino, principalmente—. También se les piden fomentar los cultivos en ciclo corto.

No importa la destrucción del hábitat de decenas de especies de mamíferos, aves y reptiles, cómo ha ocurrido en las zonas de Bacalar, en Quintana Roo, así como en Calakmul, Campeche, que son los territorios más críticos de este arrasamiento que está matando grandes extensiones selváticas.  

Otro grave daño ocasionado a los ecosistemas, ocurre porque a los ejidatarios se les impone el cultivo de especies de árboles maderables, cítricos y aguacates, entre otras, que son ajenas a la región. Esto agota la tierra rápidamente, pues se requiere de gran tecnificación para conservarla, advierten los biólogos.

Y mucha de las semillas y plántulas provienen de la empresa de Alfonso Romo, ex jefe de la Oficina de la Presidencia de López Obrador.

El propio presidente ha presumido que están combatiendo los cultivos de amapola y marihuana en Durango, Sinaloa y Chihuahua, con la siembra de productos agroforestales. Sin embargo, el cultivo de enervantes continúa en el llamado Triángulo Dorado (Sinaloa, Durango y Chihuahua), en donde hasta la población oriunda le teme enfrentarse al crimen organizado.

Tal vez las autoridades, incluyendo al presidente, no conocen cómo se produce en la tierra y para ellos es muy fácil hablar de reforestaciones y empleos sólo por las estadísticas de los ejidatarios que se suman a un programa con dudoso éxito.

Sin duda, habrá tierras que demoren la producción por ser más secas, y otras su vida productiva termine en 5 o 6 años. Obviamente de esto no se habló en el sexto Informe, y esto lo saben los campesinos, pero la necesidad les obliga a meterse a este tipo de programas, que tienen más tintes políticos-populistas, que intenciones de hacer más productiva la madre tierra.

Las autoridades de Bienestar han presumido los montos de las partidas presupuestales que en cifras cerradas han pasado de 27 mil millones de pesos a los 30 mil millones. Pero no hay estudios que describan qué objetivos y metas se han cumplido.

Sin duda, el millonario Romo, ex colaborador del presidente, se ha hecho más poderoso económicamente, así como otros empresarios consentidos de este gobierno, pero los resultados en el campo no serán tan efectivos como Bienestar los presume.  

Ya veremos a mediano plazo de qué tamaño fueron las falsedades de este programa y las consecuencias de no detener los ecocidios de algunos ejidatarios con tal de recibir los exiguos recursos de “Sembrando vida”.

En suma, este programa requiere de un amplio estudio, así como evaluaciones muy rigurosas.

Por lo pronto, los biólogos me aseguran que estamos ante un desastre ambiental y económico de grandes magnitudes.

Así las cosas con este gobierno federal…