En riesgo corredor biológico del jaguar
El gran esfuerzo de ambientalistas e investigadores por la conservación del jaguar y su hábitat quedó fragmentado por el Tren Maya y por el cambio de uso de suelo.
Por Alejandro Ramos Magaña
El gran esfuerzo de ambientalistas e investigadores por la conservación del jaguar y su hábitat quedó fragmentado por el Tren Maya y por el cambio de uso de suelo.
La tala y el desmonte ilegales siguen avanzando silenciosamente para abrir paso a la colonización y a las actividades de agricultura en el sureste de México, principalmente en Calakmul, Península de Yucatán. En esta región es donde se encuentra el mayor número de jaguares en el país.
Según investigadores, entre 2001-2023, la Península de Yucatán alcanzó una superficie deforestada de más de 40,000 hectáreas al año, afectando también a la reserva de Balam-Kin, sur de Campeche, colindante con Calakmul. Además, la afectación a selvas se extiende al estado de Quintana Roo.
Tal vez debido a la pandemia las autoridades del gobierno federal dejaron de vigilar los bosques y selvas; la tala ha sido grande y la práctica del pastoreo y de asentamientos humanos avanza en lo que antes era selva. Esto afecta mucho a la ecología y principalmente a los animales en vida silvestre como el jaguar.
Además, el cuestionado Tramo 5 del Tren Maya (cuyo trazo fue cambiado cinco veces ocasionando serios daños a cuevas y sistemas de cenotes), afectó seriamente a uno de los corredores biológicos más extensos del jaguar, y como consecuencia en el último año han sido atropellados en la carretera 12 jaguares, según han documentado ambientalistas.
Por otro lado, los incendios forestales entre 2019 y 2023 también afectaron más de 100 mil hectáreas de selvas en el sureste mexicano.
Y las mismas alertas están encendidas en la zona del Golfo de México y en Tamaulipas en donde el jaguar corre el mismo peligro junto con sus presas.
En un contexto inmediato vale precisar que la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, integrada por más de 60 investigadores y que preside Gerardo Ceballos, no sólo ha impulsado una estrategia nacional para la supervivencia del felino más grande de América (y tercero en el mundo después del tigre y el león), sino que, con éxito lograron censar a la población y siguen luchando porque su hábitat no se siga destruyendo.
Gracias a este esfuerzo de la Alianza se estableció el Censo Nacional del Jaguar, siendo el primer ejercicio entre 2008-2010, en el cual se obtuvo una población de aproximadamente 4,000 individuos y se pudieron identificar zonas críticas para la conservación del felino, como la destrucción de su hábitat y la caza furtiva. El segundo ejercicio se realizó de 2016 a 2018, y se contabilizaron 4,800, lo cual fue calificado como un éxito en las tareas de conservación del hábitat y de la especie en peligro de extinción en México. El próximo censo se prevé levantar entre 2024-2026 y los expertos confían en que la población no disminuya.
Cabe precisar que esta tarea titánica de la Alianza contó, desde su inició en 2008, con la participación de las autoridades de los gobiernos federal y estatal, iniciativa privada, ejidatarios y comunidades rurales, así como de organizaciones de conservación de la sociedad civil. Esta unión fue calificada por los investigadores como única a nivel mundial.
Obviamente, si la tendencia de destrucción de selvas y bosques continúa (sumado a los daños provocados por el Tren Maya), como ocurrió por décadas en Tabasco donde la selva quedó casi extinta, el jaguar tendrá que migrar a otras zonas, pero su conservación estará siempre en riesgo.
En 2021, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Convención sobre Especies Migratorias (CMS, por sus siglas en inglés, y que integra a 130 países), anunciaron la prohibición de la captura y la libre migración sin ningún obstáculo del jaguar de Estados Unidos hasta Argentina. Además, de contar con corredores biológicos en buen estado y cada vez más seguros.
Este anuncio se dio justo cuando el tráfico ilegal de especies se mantenía intenso sobre todo a China, en donde los colmillos del jaguar son muy preciados y los huesos molidos se venden en el país asiático como un afrodisiaco. Y cabe recordar que en 2020 hubo un decomiso en Bolivia de 800 colmillos de jaguar que serían enviados a China.
Es fundamental que esta proclama internacional intensifique las acciones locales en los países donde habita este felino y sus presas. Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) deben ser consolidadas y extenderlas para garantizar corredores biológicos seguros y sanos ambientalmente. Además, las acciones prioritarias de las autoridades federales es detener la tala y el desmonte ilegales y contener la mancha urbana.
Los programas de atención a la pobreza en estas regiones deben formar parte de una estrategia ecoturística y ambiental, no con obras faraónicas como el Tren Maya, pues conservar a la especie del jaguar es también brindar un ambiente sano a la biodiversidad en su conjunto.
Ojalá que el próximo censo del jaguar no sea un brinco hacia atrás.