Desechos por todos lados
El arrojar basura en las calles es una práctica muy común en las ciudades del país y por la alta densidad de la población esto se convierte en un serio problema que impacta al ambiente y a la salud humana, por la proliferación de fauna nociva como roedores, insectos y microorganismos patógenos (virus, bacterias y hongos).
Por Alejandro Ramos Magaña
El arrojar basura en las calles es una práctica muy común en las ciudades del país y por la alta densidad de la población esto se convierte en un serio problema que impacta al ambiente y a la salud humana, por la proliferación de fauna nociva como roedores, insectos y microorganismos patógenos (virus, bacterias y hongos).
No se trata sólo de la gente que arroja una envoltura, un papel, una colilla de cigarro o una goma de mascar a la vía pública, el fenómeno se agrava por la proliferación de bolsas con desechos en banquetas, camellones, parques, árboles, lotes baldíos y en las esquinas junto a las coladeras del drenaje. Ninguna colonia se escapa, sea de cualquier sector socioeconómico, a la contaminación que se origina en el suelo, agua y aire.
A estas malas prácticas de la población se suma el de una deficiente gestión de los residuos, con un resultado de deterioro y decadencia del entorno urbano.
En las zonas limítrofes entre la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México existen auténticos tiraderos a cielo abierto que se convierten en generadores de emisiones de sustancias volátiles que contienen los desechos, y por los gases provocados en la fermentación de los residuos orgánicos.
basura en las calles.
Actualmente, no hay programas metropolitanos que atiendan este problema de los desechos hasta la disposición final de los residuos.
En la Ciudad de México, desde diciembre de 2011 en que cerró definitivamente su último relleno sanitario, Bordo Poniente, los desechos son enviados a cuatro rellenos sanitarios del Estado de México y uno del estado de Morelos. Y el costo de traslado y el uso de estos depósitos es muy alto. La Ciudad de México paga aproximadamente 2 mil 800 millones de pesos al año por enterrar la basura en predios de estados colindantes.
Según las autoridades capitalinas, la Ciudad de México genera en promedio diario 12 mil 800 toneladas de residuos sólidos, y 8 mil 600 toneladas van directo a los rellenos, el resto se reciclan y se aprovechan para composta.
La actual administración de la CDMX se trazó un ambicioso reto con el programa Basura Cero, en el que busca que a través de intensificar el reciclaje y la realización de compostas, entre otras, se logre que el aprovechamiento de desechos aumente de 4 mil 100 a 10 mil 700 toneladas diarias, y con ello sólo enviar a los rellenos sanitarios 2 mil toneladas diarias de desechos.
La meta para 2024 –de acuerdo con el gobierno capitalino– serán recicladas diariamente 3 mil 200 toneladas de residuos; 2 mil 250 se convertirán en composta; 3 mil para combustibles alternos (hoy sólo se utilizan 800 kilogramos); 2 mil 250 para investigación en nuevas tecnologías, y lo que ya no se pueda aprovechar, 2 mil toneladas, serán enterradas en los rellenos sanitarios.
Sin duda, el programa es positivo y muy ambicioso, ojalá no termine como el plan –también ambicioso– que lanzó Marcelo Ebrard cuando fue jefe de Gobierno (2006-2012), quien proyectó la creación de cuatro Centros Integrales de Reciclado y Energía (CIRE), y no se concretó ninguno. Sólo se gastaron millones de pesos en viajes al extranjero para conocer los modelos, en estudios, conferencias, seminarios, talleres y en comidas con expertos internacionales.
En el gobierno de Miguel Ángel Mancera (2012-2018) se planeó una planta de termovalorización para incinerar desechos y generar energía eléctrica, pero al llegar Claudia Sheinbaum al poder capitalino lo canceló, porque presuntamente el modelo apuntaba más un negocio que una alternativa sustentable del manejo de los desechos. Y hoy estamos en la época de la Basura Cero, con mínimos avances, a tres años de que concluya su gestión.
Vale recordar que en julio de 2017 entró en vigor la Norma 24 que establece medidas para la correcta separación de los desechos urbanos, pero por los malos hábitos de la población se realiza de manera desordenada.
Otro problema existe en que de los 2 mil 652 camiones recolectores que tiene la CDMX, sólo 636 unidades cuentan con compartimientos para separar los residuos orgánicos e inorgánicos.
Otra alternativa está en marcha con mayor fuerza por parte de ambientalistas y expertos, quienes impulsan el modelo de economía circular, el cual implica el rediseño de patrones de producción y consumo con el fin de que los productos no se conviertan de inmediato en residuos, sino que se vuelvan a utilizar en el sistema productivo.
Este modelo de economía circular va más allá del plan de Basura Cero, y pretende que las empresas diseñen productos con una vida a largo plazo.
Lo deseable es integrar políticas públicas para reforzar o actualizar modelos y marcos regulatorios. Las calles deben estar limpias y los rellenos sanitarios deben pasar a ser historia. Se debe acabar el mecanismo de estar pagando un altísimo costo por la recolección y disposición final de los desechos, y hasta por el barrido de calles.