Terrible acercarnos al Día Cero

El Sistema Cutzamala cada vez se parece más a un enfermo crónico y de muy alto riesgo, pues cuando no le impacta la sequía –que cada año es más severa por el cambio climático–, lo afectan los desperfectos, deterioros en acueductos y la falta de presupuesto, así como la carencia de personal técnico de primer nivel.

today 11/06/2024

Alejandro Ramos Magaña


El Sistema Cutzamala cada vez se parece más a un enfermo crónico y de muy alto riesgo, pues cuando no le impacta la sequía –que cada año es más severa por el cambio climático–, lo afectan los desperfectos, deterioros en acueductos y la falta de presupuesto, así como la carencia de personal técnico de primer nivel.

También a estos serios problemas del Sistema Cutzamala debemos agregar que en la Cuenca del Cutzamala (entre los estados de Michoacán y Estado de México) se presenta un acelerado cambio de uso de suelo y deforestación irregular de los bosques, y esto representa una peligrosa amenaza para las “fábricas” de agua y a otros ecosistemas.

Este asunto no es cosa menor, el Sistema Cutzamala –cuya primera etapa se inauguró en 1982 y la tercera y última en 1992–, enfrenta serios retos para seguir garantizando el abasto para la Ciudad de México y los 13 municipios del Estado de México. La demanda de agua crece cada año ante el aumento de la población, principalmente en el territorio mexiquense.

Estos municipios son: Atizapán, Huixquilucan, Naucalpan, Coacalco, Cuautitlán Izcalli, Nicolás Romero, Tlalnepantla, Ecatepec, Tecámac, Tultitlán, Nezahualcóyotl, Acolman y Toluca.

La distribución de agua para los municipios mexiquenses cubre a una población de más de 9 millones de habitantes, los cuales reciben en época normal (sin sequías ni desperfectos), 6 mil 500 litros de agua por segundo, pero ya es una constante que esa dotación bajó a 5 mil 500 l/s.

En el caso de la Ciudad de México, también en períodos sin complicaciones recibe 9 mil 500 litros por segundo, aunque la tendencia va a la baja y ronda los 8 mil 250 l/s.

De las 16 alcaldías de la CDMX, sólo 12 reciben el abasto de esta fuente del Cutzamala: Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Benito Juárez, Coyoacán, Cuauhtémoc, Cuajimalpa, Iztapalapa, Iztacalco, Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza y Tlalpan.

Cabe recordar que el Sistema Cutzamala y el Sistema Lerma (inaugurado en 1952, y cuya Cuenca Lerma abarca Michoacán y el Edomex) abastecen casi con el 30% a ambas entidades, y el 70% restante proviene de los acuíferos, sobrexplotados (Chalco-Amecameca, Zona Metropolitana de la Ciudad de México, Texcoco, Cuautitlán-Pachuca, Valle de Toluca e Ixtlahuaca-Atlacomulco). La sobreexplotación de estos seis acuíferos, dos de la Cuenca Lerma y cuatro del Valle de México, no sólo provocan escasez de agua, sino que han ocasionado los hundimientos diferenciales, tanto en la Ciudad de México como municipios conurbados.

Y un dato interesante a considerar es que el actual acuífero que abastece a la capital del país y área conurbada, se le empezó a extraer agua desde 1850, en el siglo XIX.

Elevar más el caudal de agua de estos sistemas Lerma-Cutzamala no se puede, y la demanda crece conforme la marcha urbana sigue devorando áreas naturales, sobre todo en el Estado de México.

Y en ambas entidades el principal consumo del agua es a nivel doméstico, el cual es de 87%, por ello las luchas urbanas se multiplican ante desperfectos, fugas, sequías y deficiente gestión del agua.

Quienes hoy ganan son los dueños de las pipas de agua, ya convertidos en mafias, pues todos los días llevan abasto a colonias, comercios, universidades, hoteles y al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

También hay un tema que no se ha abordado entre la Ciudad de México y Estado de México, la distribución equitativa del agua que proviene del Sistema Cutzamala, pues cuando entró en operación este complejo hidráulico de 7 presas, ambas entidades acordaron un abasto del 50% para cada región, pero hasta la fecha es de 60% para la CDMX y 40% para el Edomex. Este caso en cualquier momento puede detonar un conflicto entre gobiernos, y máxime con la polarización política y social que vive el país, impulsada desde el Palacio Nacional.

En esta columna hemos mencionado que hace falta un plan metropolitano del agua, y que se intensifiquen los trabajos para la búsqueda de nuevas fuentes de abasto para el Valle de México con proyecciones sustentables.

En el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) se hizo un trabajo multidisciplinario en la Agenda del Agua 2030 –que se le reconoció a nivel internacional–, pero quedó truncado en la administración de Enrique Peña Nieto, y en el actual gobierno federal ni siquiera se le recuerda.

Una tarea que tiene pendiente la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es un diagnóstico científico que evalúe los costos ambientales y económicos de traer el agua al Valle de México de las Cuencas Cutzamala-Lerma. ¿Cuál es la viabilidad a 50-100 años de seguir explotando estas cuencas y los acuíferos?

Ahora la Conagua vive una crisis interna desde que el presidente ordenó despedir a personal calificado, por el sólo hecho de haber sido contratados en otros gobiernos. Algo similar hizo cuando desmanteló –cuando era jefe de Gobierno– al Sistema de Aguas de la Ciudad de México, y corrió a geólogos e ingenieros hidráulicos altamente calificados por la sencilla razón de haber trabajado en administraciones priistas.

La reducción del presupuesto de la Conagua provocó el desmantelamiento de áreas técnicas y operativas, y le han quitado su fuerza operativa.

Por eso van en aumento los males crónicos del Sistema Cutzamala; las señales de alerta y riesgo son continuas.

Nos acercamos al llamado Día Cero, el Sistema Cutzamala se va a pique con niveles históricos. Y no hay alternativas seguras y a largo plazo de abasto para el Valle de México. Además, el acuífero está sobreexplotado de manera peligrosa. 
Qué hará la futura presidenta?