El 17,1% de los cristianos adultos abandona su fe: el cambio religioso global se intensifica
El abandono de la fe cristiana crece en todo el mundo. Más del 17% de los adultos criados como cristianos han dejado su religión, en una tendencia marcada por el ascenso de la no afiliación y profundas transformaciones espirituales.

Por Mario Victorino
La transformación religiosa está redefiniendo el mapa espiritual global. De acuerdo con estudios recientes sobre patrones de retención y abandono de fe, el cristianismo enfrenta una pérdida significativa entre los adultos que fueron criados en esta tradición. Se estima que el 17,1% de los cristianos adultos han abandonado su religión en algún momento, migrando principalmente hacia posturas no afiliadas o agnósticas.
Este fenómeno refleja una tendencia más amplia: la religión heredada ya no es un destino inalterable. Cada vez más personas se replantean sus convicciones espirituales, especialmente en sociedades con alto desarrollo humano, donde la secularización y el pluralismo cultural influyen en las decisiones individuales sobre la fe. Además, el abandono religioso ocurre con mayor frecuencia en generaciones jóvenes, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la transmisión espiritual.
A diferencia de los cristianos, otras religiones presentan niveles más altos de retención. El islam y el hinduismo, por ejemplo, conservan la mayoría de sus fieles, con tasas de abandono inferiores al 1%. En cambio, el cristianismo experimenta una pérdida neta, ya que las conversiones hacia esta fe no compensan la salida de creyentes.
La no afiliación religiosa se consolida como el principal destino de quienes abandonan su religión de origen. Esta categoría incluye ateos, agnósticos y personas que se identifican como “espirituales pero no religiosas”. Se estima que el 93% de quienes fueron criados sin religión continúan sin afiliación en la adultez, lo que refuerza su estabilidad como identidad espiritual.
Este movimiento tiene implicaciones sociales profundas. Afecta los rituales familiares, las instituciones educativas, los marcos éticos y la participación ciudadana. También reconfigura el papel de las religiones en debates públicos sobre derechos, justicia y valores comunitarios.
La caída en la retención cristiana no significa necesariamente una pérdida de espiritualidad, sino una reformulación de cómo se vive, se cuestiona y se expresa la fe en un mundo cada vez más complejo y diversificado.