Gran esfuerzo por el jaguar
Un esfuerzo bien planeado por la conservación del jaguar en vida silvestre, y de su hábitat, dio grandes resultados en los últimos 7 años en México. Y en esa loable tarea se encuentran investigadores de la UNAM.

Por Alejandro Ramos Magaña
Un esfuerzo bien planeado por la conservación del jaguar en vida silvestre, y de su hábitat, dio grandes resultados en los últimos 7 años en México. Y en esa loable tarea se encuentran investigadores de la UNAM.
La población del jaguar se recuperó pese a los severos impactos del Tren Maya, de la tala y desmonte del hábitat del felino emblemático de la época prehispánica, así como a la expansión de los asentamientos humanos irregulares en la región sureste del país (Península de Yucatán); escenario que también se repite en la destrucción de su espacio natural en el corredor biológico de Sonora hasta Chiapas y de Tamaulipas a Tabasco.
Entre febrero y julio de 2024, los investigadores realizaron monitoreos sistemáticos a través de 920 cámaras —que se activan con sensores de movimiento—, en 23 zonas de 16 estados de la República Mexicana. El resultado fue que la población del jaguar creció en un 10% (con respecto al monitoreo de 2018) con una población estimada en 5,326 individuos.
Estos datos fueron resultado del Tercer Censo Nacional para la Conservación del Jaguar, que indican también que la población creció 23% con respecto a 2010.
Según investigadores, entre 2001-2023, la Península de Yucatán alcanzó una superficie deforestada estimada en casi 40,000 hectáreas al año, afectando también a la reserva de Balam-Kin, sur de Campeche, colindante con Calakmul. Además, la afectación a selvas se extiende al estado de Quintana Roo.
Pobladores e investigadores señalaron que, en los años de pandemia por COVID-19, 2020-2022, las autoridades del gobierno federal dejaron de vigilar los bosques y selvas. En consecuencia la tala ha sido grande y la práctica del pastoreo y de asentamientos humanos en lo que antes era selva. Esto afecta seriamente a los ecosistemas y principalmente a los animales en vida silvestre como el jaguar.
Por otro lado, los incendios forestales entre 2019 y 2024 también afectaron más de 100 mil hectáreas de selvas en el sureste mexicano.
Y las mismas alertas están encendidas en la zona del Golfo de México y en Tamaulipas en donde el jaguar corre el mismo peligro junto con sus presas.
En un contexto vale precisar que la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, integrada por más de 60 investigadores de amplia trayectoria, y que preside Gerardo Ceballos (investigador del Instituto de Ecología de la UNAM), no sólo ha impulsado una estrategia en México para la supervivencia del felino más grande de América (y tercero en el mundo después del tigre y el león), sino que, con éxito lograron censar a la población y siguen luchando porque su hábitat no sea destruido y su población siga en ascenso, pese a las adversidades.
Gracias a este esfuerzo de la Alianza se estableció el Censo Nacional del Jaguar, siendo el primer ejercicio entre 2008-2010, en el cual se obtuvo una población de aproximadamente 4,000 individuos y se pudieron identificar zonas críticas para la conservación del felino, como la destrucción de su hábitat y la caza furtiva. El segundo ejercicio se realizó de 2016 a 2018, y se contabilizaron 4,800, lo cual fue calificado como un éxito en las tareas de conservación del hábitat y de la especie en peligro de extinción en México. Y en 2022, los investigadores proyectaron que en su censo de 2024, la población podría alcanzar la cifra de 7,000 ejemplares; no se logró, pero el esfuerzo dio un resultado importante.
Cabe precisar que esta tarea titánica de la Alianza contó, desde su inició en 2008, con la participación de las autoridades de los gobiernos federal y estatales, iniciativa privada, ejidatarios y comunidades rurales, así como de organizaciones de conservación de la sociedad civil. Esta unión fue calificada por los investigadores como única a nivel mundial.
Obviamente, si la tendencia de destrucción de selvas y bosques continúa, como ocurrió por décadas en Tabasco donde la selva quedó casi extinta, el jaguar tendrá que migrar a otras zonas, y su conservación estará siempre en riesgo.
En febrero de 2020, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Convención sobre Especies Migratorias (CMS, por sus siglas en inglés, y que integra a 130 países), anunciaron la prohibición de la captura y la libre migración sin ningún obstáculo del jaguar de Estados Unidos hasta Argentina.
Además, de contar con corredores biológicos en buen estado y cada vez más seguros.
Este anuncio se dio justo, semanas antes de estallar a nivel global la pandemia por el COVID-19, y cuando el tráfico ilegal de especies se mantenía intenso sobre todo a China, en donde los colmillos del jaguar son muy preciados y los huesos molidos se venden en el país asiático como un afrodisiaco. Y cabe recordar que a principios de 2020 hubo un decomiso en Bolivia de 800 colmillos de jaguar que serían enviados a China.
Es fundamental que esta proclama internacional se junte con las acciones locales en los países donde habita este felino y sus presas. Las 200 Áreas Naturales Protegidas (ANP) en México deben ser consolidadas (con planes de manejo) y extenderlas para garantizar corredores biológicos seguros y sanos ambientalmente.
Además, las acciones prioritarias de las autoridades federales es detener la tala y el desmonte ilegales y contener la mancha urbana irregular o proyectos como el Tren Maya que iniciaron sus obras sin contar con la Manifestación de Impacto Ambiental (MÍA), y que destruyeron el sistema de cenotes, cuevas-hábitat del murciélago y áreas naturales del jaguar, entre otras otras especies.
Los programas de atención a la pobreza en estas regiones deben formar parte de una estrategia ecoturística y ambiental, pues conservar a la especie del jaguar es también brindar un ambiente sano a la biodiversidad en su conjunto.
Ojalá que el próximo censo del jaguar no sea un brinco hacia atrás.
Felicidades al Instituto de Ecología de la UNAM, y en especial a Gerardo Ceballos.