El último acto de humildad, el Papa Francisco y su elección para el descanso eterno

Por Mario Victorino

El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025 a los 88 años, dejó instrucciones claras sobre cómo deseaba ser recordado y despedido. En vida, Jorge Mario Bergoglio expresó su deseo de un funeral sencillo, en línea con los valores de humildad y cercanía pastoral que definieron su pontificado. Su última voluntad fue ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, un lugar profundamente significativo para él debido a su devoción a la Virgen María y al ícono de la Salus Populi Romani, que visitaba con frecuencia.

Esta decisión rompe con la tradición de enterrar a los pontífices en las Grutas Vaticanas bajo la Basílica de San Pedro. Francisco, conocido por su enfoque progresista y su rechazo a los lujos, optó por un ataúd simple de madera, eliminando los tradicionales tres ataúdes de ciprés, plomo y roble que simbolizan pureza, protección y solidez. Además, pidió que su funeral destacara su papel como pastor y discípulo de Cristo, en lugar de resaltar el poder asociado al papado.

El protocolo funerario, adaptado a sus deseos, incluye la exposición de su cuerpo en la Basílica de San Pedro para que los fieles puedan despedirse. Durante los nueve días de luto oficial, conocidos como novemdiales, se celebrarán misas y actos litúrgicos en su honor. El funeral será presidido por el cardenal decano y contará con la presencia de líderes religiosos y políticos de todo el mundo.

El legado de Francisco no solo se refleja en su vida, sino también en su muerte. Su decisión de simplificar los rituales funerarios y elegir un lugar de descanso accesible para los fieles subraya su compromiso con una Iglesia más inclusiva y cercana al pueblo. Este gesto final consolida su imagen como un líder espiritual que buscó construir puentes y promover la justicia social en un mundo dividido.