Menu
Inicio
Nacional
Internacional
Educación
Escaparate
Salud
Deportes
ENTRETENIMIENTO
Opinión
Estados
CIUDAD Y METRÓPOLI
MEDIO AMBIENTE
RELIGIÓN
CULTURA
Revista
Contacto

Noticia

La eterna mala calidad del aire




Fecha: 2024-04-08


Por Alejandro Ramos Magaña

 


Los impactos por la mala calidad del aire en las metrópolis siguen activos, elevan las alertas y dejan honda huella en su población. El aire contaminado no sólo impacta la función pulmonar o cardiovascular de las personas, sino que también incide en las mutaciones del material genético de los bebés, que se traduce en menor peso y talla al nacer. Además, en la gente vulnerable repercute con sobrepeso, obesidad y hasta diabetes –la llamada epidemia del siglo XXI–.


Recientemente, la investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, María Eugenia Gonsebatt Bonaparte, reveló que los bebés que nacen en la Ciudad de México tienen afectacciones en su material genético y pueden sufrir mutaciones por la contaminación atmosférica.


Gonsebatt Bonaparte realizó un estudio (entre 2014 y 2016 en conjunto con la UNAM y el Conacyt) en la alcaldía Iztapalapa con 300 mujeres y sus recién nacidos, con el objetivo de determinar que la exposición a los contaminantes en el aire por parte de las mamás llega a afectar también a los bebés, y la consecuencia es que al nacer tienen menor peso y talla.


Si bien este tipo de estudios ya se han realizado en otras ciudades de Estados Unidos, de Europa y Asia, con resultados similares a los hallados en la Ciudad de México, esto viene a comprobar que la quema de combustibles fósiles e incendios forestales generan partículas (PM-10 y PM-2.5, estas últimas las más peligrosas a la salud) que reaccionan con nuestras células.


Precisa la investigadora de la UNAM que, algunas partículas que circulan en el aire, se unen con material genético y se forman aductos de hidrocarburos aromáticos policíclicos, y estos aductos provocan mutaciones en el material genético, por lo que se consideran peligrosos.


Durante el estudio se tomaron muestras de sangre a las mujeres embarazadas y también muestras de sangre del cordón umbilical de sus recién nacidos. De igual forma se analizaron los niveles de contaminación por partículas PM 2.5 y ozono, los cuales mide la Red Automática de Monitoreo Atmosférico de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) en las áreas en las que habitan las mujeres embarazadas que fueron monitoreadas. 


Dicho estudio requirió que las mujeres seleccionadas no fueran fumadoras o vivieran con un fumador, y que los bebés estuvieran sanos y su nacimiento llegara a término.


"Consideramos las partículas como indicador de que había contaminación y vimos que mientras más expuestas estaban las mamás y los bebés, más aductos de hidrocarburos tenían en su material genético y más daño en sus células sanguíneas. Además, vimos que a mayor exposición hay menor peso y tamaño de los bebés al nacer", resalta la investigadora Gonsebatt Bonaparte.


El estudio advierte que aún no se conocen los efectos que a largo plazo podrían tener los infantes sujetos a la contaminación del aire. La académica precisa que algunas investigaciones señalan mayor probabilidad a presentar asma, y otros indican que de adultos tendrían
más riesgo a desarrollar enfermedades como cáncer.


La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que a la fecha cerca del 99% de la población mundial vive en zonas con mala calidad del aire en la mayor parte de los días del año. Tal y como ocurre en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.


Y se debe tomar en cuenta el reporte del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). de que en México se presentan en promedio anual 48 mil muertes prematuras relacionadas con la mala calidad del aire, siendo las PM2.5 las que mayor incidencia tienen en esos decesos. 



OTROS ESTUDIOS 


En la última década, diversos estudios realizados en Estados Unidos, España y China, entre otros países, determinaron que la contaminación atmosférica es la responsable de causar diversos trastornos metabólicos e inflamatorios que desencadenan el sobrepeso, obesidad y diabetes, que se han convertido en un serio problema de salud pública. Este fenómeno se suma a los males congénitos que tienen algunas personas quienes desde pequeñas ya muestran signos de obesidad.


En 2016, investigadores de la Universidad Duke (institución privada de alto prestigio en Estados Unidos) realizaron un estudio durante 8 semanas con ratones, hembras y machos, los cuales fueron introducidos a una cámara que contenía aire contaminado de Beijing, y al concluir el monitoreo resultaron con mayor peso del 10 y 18%, respectivamente, que otro grupo que vivió con aire limpio.


Junfeng "Jim" Zhang, quien coordinó la investigación, expuso que los efectos más significativos de aumento de peso se presentaron en periodos largos, en ocho semanas, y con menor sobrepeso en tres semanas. 


Zhang alertó que los resultados del análisis científico traspolados al escenario humano hacen urgente la necesidad de contrarrestar la contaminación atmosférica ante el constante aumento de la obesidad en el mundo, el cual está altamente contaminado por la combustión de gasolinas, carbón y gas natural y LP.


La Universidad Case Western Reserve (otra institución privada de Estados Unidos) difundió en 2020 los resultados de otra investigación con ratones, en la que concluyó y reafirmó que existe un mayor riesgo a la obesidad y diabetes al convivir con exposiciones prolongadas a la contaminación atmosférica.  


Dicho estudio fue publicado en Journal of Clinical Investigation y los investigadores determinaron que debido a factores ambientales a nivel mundial la prevalencia de obesidad se ha triplicado desde 1975 en adultos y menores de edad. Y advirtieron que a la obesogenicidad no se le ha dado la importancia que merece por la escasa evidencia epidemiológica.


Y a estos estudios también se sumó, recientemente, la Universidad de Washington (institución pública de EU), y su conclusión fue que existe una relación significativa entre la mala calidad del aire y la diabetes a nivel mundial. Uno de los investigadores del estudio, Ziyad Al-Aly, destacó que en 2016, y debido a la contaminación atmosférica, aumentó en 3.2 millones de nuevos casos de diabetes. Y a través del estudio se lanzó la alerta del aumento de casos de diabetes en países con menores recursos como Afganistán, Papúa Nueva Guinea o India. Dicho estudio fue publicado en la revista especializada The Lancet Planetary Health.


Además, en 2019 el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) llegó a las mismas conclusiones en un estudio realizado a 2,660 niños de entre 7 y 10 años de edad, de 39 escuelas primarias de la ciudad de Barcelona. Lo novedoso de esta investigación fue que se realizó en el entorno escolar, y el sobrepeso volvió a estar vinculado a la exposición prolongada de la contaminación del aire.


En varias entrevistas que este columnista le realizó al Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina (1943-2020), el científico alertó que la mala calidad del aire, debido a la quema de combustibles fósiles, disminuía la función pulmonar y afectaba seriamente el sistema cardiovascular, principalmente por la contaminación de partículas menores a 2.5 micras (PM2.5), y además, los problemas de obesidad y diabetes los relacionó a factores ambientales y genéticos.


Mario Molina advirtió que se necesitaban más monitoreos y mayor control normativo con las sustancias peligrosas como el benceno, tolueno y xileno, entre otros compuestos volátiles aromáticos (generadas por la quema incompleta de combustibles fósiles, fabricación de pinturas y uso de solventes), los cuales provocan cáncer de pulmón.


Según estimaciones de la OMS, en promedio anual fallecen 7 millones de personas a nivel mundial por enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica, y precisa que el 92% de la población en el orbe respira aire contaminado.


De hecho en zonas, como la Zona Metropolina de la Ciudad de México, la mala calidad del aire se extiende cada año por más de 340 días. Se han registrado años en que los días con aire limpio –con bajos niveles de ozono y de partículas finas–, no llegan ni a 20, y los días dentro de la norma se logran por el barrido que hacen los vientos en la atmósfera de la metrópoli y no por la efectividad del Hoy No Circula y la verificación vehicular.


En el caso de la Ciudad de México siempre que se presenta una contingencia ambiental por altos niveles de ozono o por partículas PM-10 o PM2.5, se apunta a reducir la circulación de los automotores, pero no se ve la misma fuerza con otras fuentes de contaminación. El Hoy No Circula ya es obsoleto y la verificación vehicular también se debe ajustar ante un parque de automotores cada vez más limpios. Urge pues la actualización del inventario de emisiones para perfilar un ajuste a las normas ambientales.


En México –con la alta tasa de obesidad y diabetes– hacen falta estudios que profundicen sobre este problema, pues no solo la mala calidad del aire nos afecta, la pandemia por Covid-19 también atacó con fuerza a personas con estos padecimientos.


No hay duda que este tipo de investigaciones deben de seguir siendo impulsadas y apoyadas por los gobiernos para establecer nuevos estándaderes de calidad del aire. Además, es importante acelerar la transición del uso del petróleo a fuentes de energía renovable. Los autos híbridos y eléctricos son la alternativa, así como modernizar la eficiencia energética de las viviendas y la industria, y mejorar la gestión de los desechos urbanos para combatir los tiraderos a cielo abierto y trascender el uso de rellenos sanitarios por novedosos sistemas de reciclaje.





Comentarios


*Cada noticia esta sujeta a 10 comentarios de 200 caracteres.


0/200